sentir lo que sucede

En mi memoria está Guillermo sentado frente a otros jóvenes, mirando el suelo, triste. La tormenta que llevaba en su alma es la que trataba de amainar él y todos quienes estábamos ahí. Nos unían imágenes de violencia contra nuestra frágil niñez, el relato de nuestros padres y madres torturados, humillados. El entorno extranjero y fértil de razones para olvidar. El amor al territorio que nos habían arrebatado dos veces.

Guillermo falleció joven en un accidente, supe más tarde que alguien más lo hizo por su propia voluntad y no volví a tener noticias de ninguno de aquel grupo. Imagino nos perdimos en la ilusión de la adaptación para sobrevivir.

Se escribieron más capítulos en la historia y nuestras historias cambiaron, nos hicimos grandes y fuertes. Resistimos, criamos, educamos, amamos. Todo transcurría con la inercia de la vida en paz.

Hasta que los nuevos jóvenes se enojaron porque su futuro está siendo arrebatado por la usura. Y alguien dio la orden de dispararles.

Y se rompió en mil pedazos la realidad, saltaron los gritos de miles de hoy y de ayer. De una historia de llantos y rabia que deambulaba frenética en los sales de fin de temporada.

foto de ©GCifuentes

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